Escribir, es
esa parte del día en la que un largo suspiro acosa nuestro cuerpo. Es sentarte y teclear sin parar. Sacar cada
parte, herida, alegría que habita en el ser. Es hacer ficción con nuestra
propia vida. Llorar mientras sacamos la escena más desleal que nos marcó. Apretar los dientes y mover la
cabeza con cada pecado. Sonrojarnos con escenas prohibidas. Soñar con personas
que no son indicadas. Tener calma. Tener ira. Tener cólera. Tener todas las
emociones caóticas que nos alborotan cada vez que nos sentamos frente a esa
computadora. Esa que nos aguanta cada golpe en cada letra.
Por lo pronto,
escribir para mí, es mi segunda parte favorita del día. Lógicamente la primera
es Madia en todos sus momentos. Ahí vamos
de nuevo.