martes, septiembre 28

El cómplice perfecto.

La de idea de encontrar a alguien con quien puedas compartir besos en la boca, caminadas de la mano, relaciones sociales, fotos, problemas o que se yo, se ha convertido en una problemática de saber que buscas que quieres y que es lo que encuentras. Entre todas se preguntan los puntos a favor o en contra de los chicos que las envuelven día y noche. Que si es muy celoso, que si esta lejos, que si habla lisuras, que si no tiene dinero, que si no, que si si, que si tiene, que si va, que si viene. Quieren al chico perfecto o al menos, eso es lo que todas en algún momento queremos. Algo totalmente compresible, partiendo del punto que las mujeres muchas veces tendemos a ser altamente perfeccionistas. Sin embargo me he dado cuenta que la esencia de compartir tu vida con alguien está en encontrar al verdadero y autentico aliado incondicional por siempre que te de la certeza de que tu vida nunca sería igual de genial como viviendola con el. Punto de partida número uno, para todas

¿Quien dijo que ayudar es un acto de caridad? Es un acto de justicia.

Eran las siete de la noche. Salía de clases y lo primero que pensé es en irme a casa. Al momento de estar a punto de tomar un taxi, opte por caminar a un centro comercial cercano a mi universidad para comprar algo de tomar y comer, era cuestión de un par e cuadras no estaba muy lejos. Me gusta caminar, pero no suelo hacerlo sola pero en ese momento me entraron unas extrañas ganas de hacerlo influenciada por la comida y el rico café que podía comprarme.

Caminaba no tan distraída, no pensaba en cosas importantes. Caminaba mirando los autos, las personas, las paredes, el suelo y de rato en rato volteaba para saber si existía algún sujeto que caminaba atrás mío con intenciones delincuenciales.

Cuando me faltaba media cuadra y cruzar la pista para llegar al dichoso centro comercial, Real Plaza, siento que alguien jala de mi blusa y me enseña una bolsa con dulces, me enseña una sonrisa preciosa, me enseña su manito pequeña y me pregunta si podría comprarle unos dulces.

Muchas veces me encontré con la grata sorpresa de que existía un pequeñito que necesitaba algo, también pequeñito, de mi. Pero ese momento fue diferente, fue extraño, fue filosófico, nostálgico. Me di cuenta que estar parada ahí, no era el plan que había hecho en el día, yo debería estar camino a casa. Pero por cosa del destino, el me encontró, yo lo encontré y por alguna razón sentía que era algo más que un encuentro común con alguien que te pide algo.

Le sonreí y pensé que comprándole dulces o dándole dinero no me iba sentir contenta y que el tampoco. A veces no es cuestión de dinero, no es cuestión de dejar en sus manos alguna moneda para que el pueda hacer algo con ella. Entonces le propuse un plan y esta fue la conversación:

- Te propongo algo

- Umm, que cosa? Me vas a comprar? (sonrisita)

- No se te antoja comer algo? No se, en la tienda quizá encontremos algo rico. Vamos.

- Pero yo no se cruzar la pista, además como se que me vas a traer de vuelta.

- (Risa) te voy a traer de vuelva, te lo prometo. La tienda está al frente ahí encontraremos algo rico que puedas comer.

Caminamos hacia la tienda, le di la mano para cruzar la pista y entramos.

-Pide lo que quieras, cualquier cosa.

- Lo que sea?, yo quiero esos dulces morados, esos que se llaman sparkies.

- Ya, pero que tal si comes un yogurt? O algún jugo? Algo…

- Noo, por favor, yo quiero un sparkie (sonrisa)

- Ya, esta bien. Señora, dos sparkies y un frugos por favor.

- No quieres nada mas?

- Noo, gracias esto es mas que suficiente para mi gracias. Le invitare a mi hermano (sonrisa).

Luego, lo ayude a cruzar la pista lo deje ahí donde lo había encontrado y le dije que trataría de regresar a verlo un día. Camine, camine, camine y no deje de caminar. Pensaba en lo bien que se siente saber que puedes ayudar a alguien con algo tan pequeño. Me acordaba del pequeñito feliz, su sonrisa bonita y la ves que me dijo“ gracias, le invitare a mi hermano”.

Fue ahí cuando me di cuenta que estas cosas, suelen pasarnos a todos. Pero no todos entendemos que hay de tras de esto. No esperemos que nuestras autoridades arreglen cuestiones de este tipo, brindándoles ayuda a todos estos niños. No esperemos, ni anhelemos que con el dar nuestro dinero es solo obligación de ellos hacerlo. Ayudar, no es un acto de caridad, es un acto de justicia. Hacerlo, depende de todos, depende de ti, de mi, de ella, de el. No importa como, porque, de quien fue la culpa. Importa que ellos están ahí, con sus bolsas de caramelo, con su mano extendida, esperando que llegue alguien para hacerlo un momento feliz. Importa que compartas algo muy tuyo con el, que muevas un dedo para ayudarlo, no solo que envíes cosas y dinero, sino que TU HAGAS ALGO POR EL.

Se me ocurrió la idea de unir a todas las personas que como yo se han dado cuenta que esta

misión nos compete a todos, nos une a todos. Esta misión no es solo de nuestros gobernantes, no solo es cuestión de dinero, es cuestión de actos que nos hagan saber que estamos haciendo algo. Es cuestión de relacionarnos, de no dejarlo en una noticia, en una donación. Se que muchos tienen ganas como yo de hacerlo y esto es un llamado a todos.

Mi intención es formar un grupo de jóvenes que quieran poder hacer algo por los niños trujillanos, como personitas que sin importar como están donde están siendo inocentes del propio destino que arrastran. SE PUEDE, es cuestión de intentarlo. Cualquier plan de sugerencia, coméntenlo aquí. Muchas gracias.