viernes, marzo 11

Lo curioso, lo más curioso, lo más cierto.

Lo curioso de la vida es que cuando más necesitas algo, más lejos esta.

Pero lo más curioso de la vida, es que no todo lo que crees querer necesitar es lo que te hace falta.

Y por eso, de pronto, piensas que quizá no tienes lo suficiente y que lo sabrás cuando encuentres "algo" que te lo demuestre.

O a "alguien" que hable tu mismo lenguaje .


miércoles, marzo 9

Mi mejor amigo.

Dentro de las muchas cosas de mi vida, esta es una que no podría faltar.

Me cuenta que antes de verme nacer, le dieron la noticia que iba a tener un hombrecito. Muy contento compró cosas para un niño. Ropa blanca, amarilla, celeste, azul. Decoró un cuarto con carritos, peluches. Tenía la ilusión que haya heredado sus genes de amor por la medicina, entre otras cosas. Me esperaba con ilusión, para jugar futbol y tomar algunas copas juntos cuando cumpla dieciocho.

Al cabo de cuatro meses tuvo que regalar todo lo que había comprado. Nací yo. Confundieron mi codo con dos bolitas de bebe y llegué a su vida de sorpresa, asustándolo, dándole un regalo e invadiendo su imaginación. No me arrepiento, siempre me dice que he sido lo mejor que le ha regalado la vida y yo le creo porque el también lo ha sido en la mía.

Mamá viajo al extranjero a reencontrase con su familia cuando yo era muy pequeña. Tenía casi siete años. Papá la entendía, ella era joven, quería conocer otro país desarrollarse y esas cosas. La única condición que le ponía era que yo me quedase con el. Mamá, disgustada, acepto.

Desde aquel entonces la mejor amistad que he tenido en mi vida es la que tengo con papá. No es floro, somos los mejores amigos. Ahí comenzó todo. El dejó su consultorio para dedicar su tiempo a comprar muñecas y hacer dibujos. A ir actuaciones y verme bailar. A llevarme a fiestas infantiles. A comprarme vestidos. A llevarme a los juegos. Escuchaba conmigo la historia de todas las preciosas barbies que el mismo me regalaba. Las peinaba, cuando podía. Me preparaba una taza de leche muy tempranito, antes de irme a la escuela. Y todos los días, hasta que estuve en 3ero de secundaria, estuvo en la puerta despidiéndome y esperándome, para cuando regresara.

Cuando entré a la secundaria, siempre me decía que era una rebelde y sin causa. Un día se me ocurrió no querer entrar al colegio. Hacer eso que muchos llaman “tirarse la pera” o algo así. Hice un plan con una amiga y al llegar a la puerta, dimos vuelta, nos fuimos caminando rápido y buscamos un lugar donde comprar galletas. Tenía 13 años, quería una aventura. Quería algo nuevo. Algo divertido, que lógicamente era estúpido. A las tres horas, mi papá y el papá de mi amiga se enteraron que no estábamos en el colegio. Nos buscaron con policías y todo. Yo ya tenia celular y me avisó una amiga que estábamos buscadas como altas presidiarias. Decidí ir a buscar a mi hermana y contarle la verdad. Papá llegó a recogerme junto con el papá de mi amiga. A ella no le fue muy bien. A mi...a mi me dijeron sube al auto. Entré y hubo un corto silencio. Luego papá frenó de golpe, yo asustada levante la mirada y tenía enfrente una heladería. Me preguntó cual helado quería y comimos juntos los helados mas rebeldes de nuestra vida. Echó una carcajada y me dijo que le alegraba verme viva, pensó que me habían secuestrado. Pregunto por qué y me dijo que no lo vuelva hacer, que la excusa de estar enferma me salía mejor y menos costosa para él.

Me ha enseñado a ser valiente porque él lo ha sido toda su vida. Tiene nueve vidas, como el gato. Lo han operado de un millón de cosas y siempre de todas, salía cantando alguna canción, feliz de la vida. Los momentos más duros y tensos que pase en mi vida, fueron en la sala de espera de una clínica de monjas en Lima. Papa decidió operarse del corazón, decidió que era necesario, que él quería vivir muchos años más. Yo tuve mucho miedo. En realidad nunca sentí tanto miedo como aquellos días. Fueron ocho horas esperando que el salga. Y si, salió. Dormido. Al cabo de 30 hora despertó y me dijo: esto ha sido facilito, solo un raspón. Luego canto una de sus canciones que hasta ahora la recuerdo “zumba el barco, zumba el barco”. Yo ahí sentada, mirándolo y pensando que ese hombre solo había podido ser creado por alguien como Dios.

Papá me ha sabido cuidar y educar de la mejor manera posible. Tiene el sexto sentido, ese que tienen las madres. Sabe cuando algo me sucede y no duda en preguntármelo. Sabe que algo no esta marchando bien y es el primer candidato que tengo ahí, sentado, esperando conversar conmigo. Hace de todo y es increíble. Es el hombre más gracioso del planeta, sabe como hacerte reír y como fastidiarte en un segundo. Cuenta chistes muy mal, pero no los necesita. Su carácter lo hace ser una persona realmente agradable y graciosa.

Pocas veces cumple los castigos que me impone cuando, para su criterio, hago algo que no está bien. El último castigo que recuerdo de el fue cuando acabé el colegio y estaba en segundo ciclo de la universidad. Prometió no volver a comprarme un celular en dos años, cuando se enteró que había perdido el octavo en tres años. Todos los que perdí fueron los más bonitos y caros, sin embargo, siempre de manera estúpida los descuidaba. Hiso la promesa como un pacto de sangre y la cumplió. Recién el año pasado, me compro un celular digno.

A pesar que mamá siempre estaba ahí, no de forma física, pero con llamadas constantes yo sentía que mi vida no era la misma. Pero siempre resultaba mirando a papá feliz, valiente, una persona realmente grandiosa con ganas de vivir y hacer de la vida una locura y pensaba que no me pudo tocar mejor papá, mejor regalo de vida. Se encargaba de llenar cualquier huequito que yo podía sentir. Me acompaña siempre a comprar cosas de mujer, aunque dice que es una tortura, siempre lo hace.

Ha hecho lo que quizá pocos hombres hacen en su vida. Se desprendió de todo para cuidar de mí, para regalarme perros y cuidarlos él con tal que yo sea feliz jugando con ellos. Era mi cómplice cuando tenía peces escondidos de mi abuela. Siempre ha sabido ser el mejor amigo que he tenido, sin ningún esfuerzo. No me cabe la vida para poder agradecerle las cosas tan geniales que ha hecho por mí.